Sunday, November 22, 2015

MENTALIDAD MONÁRQUICA

El aislamiento de Colombia le ha impreso al País dos características muy protuberantes, el parroquialismo y un mal disimulado monarquismo. La mentalidad actual en Colombia guarda muchas similitudes con la que imperó en la España del Siglo XIX. La tan mencionada violencia bipartidista es un remedo de las Guerras Carlistas, conflicto de dinastías rudimentarias, pero dinastías. Por algo en Colombia se habla siempre de “casas”, la Casa López, la Casa Lleras, la Casa Gómez, la Casa Ospina, la Casa Santos, etc. Aquí el término “casa” reemplaza al ducado, el condado o el marquesado.    

Tanto como esta mentalidad domina en la capital, en los medios pueblerinos y rurales persisten las “buenas familias” y los apellidos son una especie de certificado para llegar a posiciones del Estado. En Colombia pululan los boyardos. No hay en todo Latinoamérica un país más nepótico que Colombia, Los mismos apellidos se repiten hasta el cansancio en la Presidencia y en las altas y  medias posiciones del Gobierno. Las ceremonias y protocolos democráticos no pueden disimular el poder de los intereses dinásticos.   

Hace unos cuantos días un caricaturista, investido de columnista de un importante periódico, al referirse al actual mandatario nacional decía que se preparó durante toda su vida para la Presidencia, al leer eso cualquiera infiere que la presidencia en Colombia es un cargo hereditario, simplemente se trata de un heredero al trono ¿O al solio? Hace unos meses apareció en la Embajada de Colombia en Madrid un libro biográfico del actual mandatario, pleno de ditirambos y de relatos acerca de su placentera juventud, del cual pudiera pensarse que se refiere al Rey Juan Carlos!

Cuando llega a la Presidencia alguien no perteneciente a las familias proceras, automáticamente se desencadena un huracán mediático de infundios, calumnias, insultos y ridiculizaciones. Naturalmente la prensa pertenece a las “casas”, además controlan los medios audiovisuales, ya directamente, ya por presiones económicas. La única fuente de información realmente libre es el Internet, por lo cual la actividad de las redes sociales se ha constituido en un verdadero desfogue de la opinión popular. Naturalmente este cambio es muy reciente y no tendría nada de raro que en cualquier momento, sea objeto de censura.

Naturalmente los presidentes y altos dignatarios pertenecientes a la nobleza criolla gozan del privilegio de poder ocultar sus desaguisados, ya se trate de disparates económicos, fraudes electorales descarados, vínculos con la delincuencia o abiertos desfalcos. Una de las actividades favoritas de la aristocracia criolla es el desempeño de sinecuras diplomáticas, por tanto un apellido de relumbrón es mucho más importante que los conocimientos de dicha actividad. Por eso no son extraños los sonoros fracasos de la diplomacia de Colombia.

Otra particularidad de la “nobleza criolla” es el mimetismo, según conveniencias, algunos de sus miembros aparecen disfrazados de marxistas o de cualquier clase de populismo que está de moda, se tornan extremistas radicales. Estos émulos de “Felipe Igualdad” no tienen reparos en fungir como apóstoles del proletariado, eso si con una inconfundible inclinación a pertenecer a la Gauche Caviar. La revolución la hacen en los clubes sociales o en buenos restaurantes parisinos. Para ellos no cabe la posibilidad de meterse al monte. Pero de tanto representar la comedia, ya se les conoce el libreto. 

Todo esto puede parecer pintoresco, pero cuando la salud del “Príncipe” es más importante que el futuro de la Nación, la situación se torna preocupante.


Jaime Galvis V.  

   

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