Sunday, September 20, 2015

Decretos

Tradicionalmente se ha dicho que Colombia es un país de leyes, pero si se examina el devenir de los actos gubernamentales se puede afirmar que Colombia es un país de decretos. Las leyes a menudo son demasiado generales y cuentan con algún rosario de micos, por lo cual se expiden decretos para reglamentarlas (y de paso deformarlas), por tanto lo que el público recibe es toda una serie de decretos. Además continuamente se expiden decretos sobre todos los aspectos de la vida ciudadana. Se puede afirmar que Colombia se gobierna por una decretocracia.

Una de las definiciones de la palabra decreto dice así: “Un decreto es un tipo de acto administrativo emanado usualmente del poder ejecutivo y que generalmente posee un contenido normativo reglamentario, por lo que su rango es jerárquicamente inferior a las leyes.”

Los decretos los emite el Presidente de la República, los ministros, los gobernadores y los alcaldes y en esto los mandatarios de los diversos niveles son supremamente prolíficos y solamente están limitados por la imaginación del funcionario y por sus conocimientos, ambiciones y prejuicios. Debido a esto el País está sometido a toda una serie de disposiciones absurdas. Por ejemplo, posiblemente la disposición del pico y placa se justifique en Bogotá, pero esto en  Popayán es un poco ridículo. El invento del día sin carro es un  absurdo en cualquier parte, pero que esto se decrete en Bucaramanga o en Duitama es absolutamente esnob. Muchos alcaldes decretan áreas de reserva para impedir las actividades del subsuelo ¿Tienen alguna noción del objeto de esa veda? ¿Creen que con esto detienen el calentamiento global o defienden la capa de ozono dela Tierra? Otros resultan prohibiendo la sísmica petrolera aduciendo que agota el agua o que produce sequias. La cultura de revista estáproduciendo estropicios. Pero la cosecha de decretos absurdos no solamente se presenta en las alcaldías, los ministros compiten seriamente, hace menos de un año una ministra propuso la prohibición de toda actividad humana por encima de 2.900 metros de altura (parece que era enemiga de los Incas), hace unos meses otro ministro del mismo ramo propuso un corredor ambiental con más de 600.000 kilómetros cuadrados (Ese señor no sabe que las grandes migraciones faunísticas se presentan en Africa Oriental y en la Tundra Siberiana, pero no en Colombia). Otra ministra está empeñada en bajar los aranceles aduaneros para la importación de azúcar, cuando el País presenta un enorme déficit en su balanza comercial.

El síndrome del decreto está produciendo en Colombia una parálisis de iniciativas, un empresario emprend una cría de ranas para la exportación, el consabido decreto le prohibió hacerlo porque esos batracios eran especies foráneas. Algunos exploradores hallaron tantalita (“Coltan”) en territorio Colombiano, automáticamente llovieron decretos prohibiendo su explotación. En países vecinos se explotan especies vegetales tales como la sarrapia, el guaraná, el Camucamu, en Colombia nadie se atreve a emprender algo similar por temor al decreto. En el Siglo XIX se extrajo quina y caucho de las selvas, el que lo intente ahora puede ser “judicializado”. La minería de oro es perseguida y satanizada, la explotación forestal esta moribunda, en Colombia se importa más madera que la que se importa (El censo agropecuario indicó que el 51 % del territorio es selva).

Ante el peligro del decreto quien puede emprender ? Lo vergonzoso y triste del caso es que hay millones de migrantes colombianos en el exterior buscando la subsistencia. La misma situación de Irlanda o Italia a finales del Siglo XIX.   

Jaime Galvis Vergara

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