Tuesday, February 24, 2015

LA HIBERNACION DE COLOMBIA

Colombia nunca se distinguió por ser un país dinámico en aspecto alguno. Después de la Independencia, la vida nacional transcurrió en un marasmo periódicamente interrumpido por guerritas civiles sin mayores consecuencias, la vida de los colombianos era aldeana y rutinaria. Se parecía mucho a ciertos pequeños reinos olvidados tales como Siam, Nepal o la Abisinia del Negus.
El cataclismo ideológico del Siglo XX, solamente afectó a Colombia en forma marginal, en el fondo subsistió ese edificio ceremonial y decrépito que tradicionalmente fue el Estado Colombiano. Lo único que produjo un cambio verdaderamente radical fue el narcotráfico, este fenómeno estremeció hasta la base del Establecimiento en Colombia. Fue el único factor que cambió la estructura eminentemente clasista de la sociedad y el único avance real de la economía nacional, sin exagerar se puede afirmar que con el narcotráfico desapareció la Colombia de pata al suelo.
Las drogas ilícitas permitieron una movilidad social nunca vista, pero, poco contribuyeron a la formación de una economía moderna, la infraestructura permaneció estancada, la industria no tuvo avances dignos de mención, la minería experimentó un desarrollo pobre y la explotación de hidrocarburos mantuvo un desempeño mediocre. Pero la afluencia de dinero incrementó en forma exponencial la actividad comercial, la construcción y el gasto suntuario en todas sus facetas.
Con la explosión de dinero en 2010, la euforia llevó a postular las locomotoras del desarrollo y otros anuncios desmesurados, los cuales se quedaron en anuncios. Gradualmente empezó una parálisis progresiva, el País entró en hibernación, todo se tornó lento. Las obras públicas se volvieron eternas o se paralizaron, desaparecieron los proyectos de la carretera a Nuquí y el puerto de Tribugá, las autopistas de la Montaña se transformaron en las autopistas de la parálisis, el túnel de La Línea se volvió algo de nunca acabar, la carretera La Uribe-Colombia lleva un ritmo que se puede calcular en metros por año, otro tanto sucede con la variante Sibundoy-Mocoa y con la irónicamente denominada carretera de “La Soberania” entre Pamplona y Saravena. La minería legal de oro se paralizó por obra y gracia de las agencias estatales. La exploración petrolera se estancó por los permisos ambientales y el sabotaje de las “comunidades”.
El ensanche de la refinería de Cartagena lleva el paso de caracol y el de la refinería de Barrancabermeja fue aplazado indefinidamente. La industria del ensamblaje automotriz se halla en franco declive. La industria textil en crisis. La siderurgia de Colombia en nada, Paz de Río es un enfermo terminal. En medio de este cuadro lastimoso, el ministerio de Fomento Industrial se transformó en un ministerio de hotelería.
La agricultura también ha sido afectada por la enfermedad del sueño. El proyecto agroindustrial de la Altillanura fue aplazado indefinidamente, la palmicultura está en crisis, grandes proyectos agroindustriales tales como el Merhav han sido cancelados.
El sopor también está afectando la educación, las anunciadas reformas no aparecen, son simples anuncios pero realidades nada. La prolongación de la jornada escolar no se ha realizado, fue un simple recurso electoral. La situación de la salud es cada día más grave y solamente hay promesas, el mundo hospitalario está quebrado y sin solución a la vista. La justicia es todo un chiste, un aparato paquidérmico e inepto, dedicado a intrigas y persecuciones políticas.
Hasta los medios de comunicación están en crisis porque la ciudadanía esta hastiada de la propaganda oficial. Todo un despliegue de estadísticas amañadas y anuncios de obras que no se realizan. La propaganda monotemática de la paz no la cree nadie, es un anestésico para que se olvide la pereza gubernamental.
En las condiciones actuales el País está siendo sometido a un proceso de hibernación decretada o peor aún a una operación de criogenia de la cual no se sabe si despierte.


Jaime Galvis V.

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