Sunday, July 17, 2011

Clarence Darrow enjuicia al estado

Por Doug French. (Publicado el 15 de julio de 2011)



Traducido del inglés por EUribe. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5448.

[El nuevo prólogo a Resist Not Evil (1903; 2011), de Clarence Darrow]

Siempre recuerdas libros que cambian tus pareceres, porque esos libros son pocos y espaciados. Nos dirigimos a libros que refuerzan lo que ya creemos. Nos ha sentir más inteligentes el que el autor comparta nuestra opinión y ofrezca palabras que podamos utilizar para defender nuestra postura por si acaso es necesario.


Después de que Murray Rothbard me abriera los ojos en la UNLV en 1990, entré en una borrachera compradora de libros que incluyó una edición del libre que tiene usted en sus manos, Resist Not Evil. Sinceramente, no puedo recordar por qué compré el libro en Loompanics, salvo que la descripción del catálogo del librero debió haberme picado el interés de alguna forma.


En el momento recuerdo estar entre dos aguas, con una ligera tendencia a apoyar la pena capital. El argumento de la disuasión me resonaba. Sin embargo era una cuestión difícil, equivalente a los asuntos del aborto y la inmigración. En el fondo, no apoyar la pena capital pone a uno entre los progresistas compasivos, compañía con la que no quería estar.


Pero esto pasa con muchas cosas. En lugar de analizar el problema por nosotros mismos, dejamos que el grupo con el que nos identificamos tome por nosotros la decisión de qué creer. Es una forma perezosa de vivir, que no requiere pensamiento, ni estudio, ni consideración, ni introspección.

Clarence Darrow no lo permite. No te permite ponerte sentarse en el lugar del jurado de la opinión pública y dejar que otros jurados tomen tu decisión. Resist Not Evil no es solo una crítica a la pena capital. Enjuicia al estado, y Darrow argumenta la acusación.


Y no hay un acusador más apasionado y expresivo que Darrow. Es imposible no verse arrastrado por su retórica. Como un buen abogado, Darrow se anticipa a todos los argumentos y procede a aplastarlos página tras página con alguna de la mejor prosa que nunca leeremos.


Aunque escribió en 1902, Darrow se anticipa a la nación prisión que es hoy Estados Unidos. Todas las áreas de la vida se han convertido en parte del código penal, con un ejército de personas operando como policía, legisladores y el sistema de tribunales para aplicar estas leyes a través de la fuerza y la violencia.

El estado está configurado no para administrar justicia, sino para sancionar. No se compensa a las víctimas, pero el estado se lleva su libra de carne. Escribiendo hace más de un siglo, Darrow se centra en los delitos contra la propiedad, el delito predominante por el que el estado penaba a los delincuentes en ese tiempo.


Hoy los robos, aparte de no ser atractivos, son demasiado difíciles de resolver y no son un generador de efectivo para la aplicación de la ley local, estatal o federal. Así que hoy es la guerra contra las drogas la que abarrota las prisiones de Estados Unidos, combinada con iniciativas desde Washington de “ser duros con el delito”.


Estados Unidos tiene el porcentaje de encarcelamiento más alto del mundo. Uno de cada 100 de entre nosotros está tras las rejas, juzgado por una monstruosidad creada solo para infligir venganza. La ciudadanía está muy contenta de congratularse cuando gente que no conoce es recluida durante años y décadas por lo que puede haber sido un error.


Darrow apunta que el estado no considera la totalidad de la vida de una persona cuando administra la sanción por el delito. Una vida de buen comportamiento no es una defensa para un profesor que ha tenido sexo consentido con una estudiante. La opinión pública grita que esto está mal y el juez, considerando las próximas elecciones, está demasiado dispuesto a castigarle durante décadas.


El estado se asegura de que no lleguemos a conocer a los perpetradores. Esos hombres y mujeres (muchos de ellos son mamás y papás) se convierten menos en gente que nos pudiera gustar o con la que pudiéramos identificarnos. Esto hace sencillo para el público permitir al estado juzgar, condenar y sancionar.


Ahora el estado dice que son criminales gente que compraba demasiadas veces en un periodo demasiado corto de tiempo lo que antes era
medicación contra la alergia que se vendía libremente. El periódico local cumple haciendo su papel, imprimiendo fichas policiales y calificando el delito para que los vecinos puedan expresar su disgusto. Pocos de los que leen los periódicos entienden que esta gente está sencillamente respondiendo a los incentivos económicos que ha creado la guerra del estado contra las drogas.

Si el estado dice que son malos deben ser castigados con varias décadas de penitenciaría y el periódico local confirma la historia estatal, entonces personas perfectamente extrañas les juzgan como ha hecho el estado. “Sí, enciérrenlos. Son malos”.


Darrow ve a los juzgados por el estado como más honorables que los que están dentro del estado realizando el enjuiciamiento. Hay numerosos ejemplos en la cultura popular moderna de personajes dedicados a actividades criminales que no solo tienen las simpatías de la audiencia, sino que se les ve como heroicos.


Las luchas emocionales y familiares del día a día del mafioso moderno de ficción Tony Soprano le muestran ante las audiencias a una luz muy diferente de la que usaría el estado para juzgarle en la vida real. Lo mismo pasa con el ama de casa convertida en vendedora de marihuana Nancy Botwin en Weeds o el profesor de química convertido en fabricante de metanfetamina Walter H. White en Breaking Bad. Nadie puede empatizar con el agente antidroga Nelson Van Alden, pero es fácil apoyar a los diversos criminales de Boardwalk Empire o el vigilante asesino en serie Dexter o la pastillera Nurse Jackie.


Aunque las cadenas de televisión siguen produciendo su porción de series de policías y tribunales, las audiencias actuales prefieren los realities o los espectáculos de nuevos talentos. Mientras que hace años a las audiencias les gustaban los detectives callejeros como el Joe Friday de Dragnet, hoy en día es el trabajo en el laboratorio criminal lo que estimula a los televidentes (primordialmente a los mayores). Los policías de la calle se retratan como borrachos, duros y oportunistas, como se ve mejor en The Wire.


Sin embargo, en la vida real, la comunidad no tiene ninguna simpatía por los que se dedican a estas actividades que el estado considera malas.


Darrow empieza Resist Not Evil calificando al estado como es: un agresor violento. Y una institución violenta debe tener ejércitos, funcionarios y gobiernos civiles para castigar a los delincuentes. Al contrario que Hans Hoppe, Darrow no considera a la monarquía mejor que la democracia, pero es interesante que Darrow apunta que los monarcas se respetaban entre sí y por tanto no se dedicaban a la dominación del mundo.


A Darrow le faltaba el beneficio de la idea de Hoppe de que los monarcas tienen menores preferencias temporales porque el poder queda en la familia, permitiendo a los gobernantes pensar a largo plazo y ser más pacíficos que sus vecinos. Los gobernantes elegidos con altas preferencias temporales de las democracias deben robar y saquear en el poco tiempo en que están en los cargos con poder.


A veces Darrow escribe que hacer negocios es el equivalente a la extorsión y la malversación, creyendo que las clases marginadas con saqueadas por las clases superiores que están protegidas por las leyes de la propiedad y el aparato de fuerza del estado


Ludwig von Mises explicaba que en un mercado libre es el consumidor el que manda realmente y que los ricos solo llegan a serlo sirviendo a los consumidores.


Sin embargo, si las palabras de Darrow se ven a la luz del capitalismo amiguista, donde se permite a los privilegiados obtener ganancias privadas, quedando para el público absorber cualquier pérdida y donde la apertura de cualquier tipo de empresa es un privilegio a otorgar solo con la aprobación del estado, entonces sus palabras en este aspecto no pueden rechazarse fácilmente.


Acercándose el 110 aniversario de Resist Not Evil, hay millones de estadounidenses capturados en el sistema penal nacional, la mayoría castigados por delitos arbitrarios creados por el estado. Va también contra el momento de Clarence Darrow, ofreciendo la más clara acusación al estado y su violencia.






Douglas French es presidente del Instituto Mises y autor de Early Speculative Bubbles & Increases in the Money Supply y Walk Away: The Rise and Fall of the Home-Ownership Myth. Es doctor en economía de la Universidad de Nevada-Las Vegas, dirigido por Murray Rothbard, con el Profesor Hans-Hermann Hoppe en su tribunal de tesis. French enseña en la Academia Mises.




Este artículo es el nuevo prólogo a Resist Not Evil (1903; 2011), de Clarence Darrow.

Saturday, July 02, 2011

¿Por qué legalizar ahora?

Por Mark Thornton.


(Publicado el 1 de julio de 2011)


Traducido del inglés por euribe. El artículo original se encuentra aquí: http://mises.org/daily/5427.


De repente, el mundo se alborota con discusiones acerca de legalizar la marihuana y otras drogas. Candidatos, políticos, antiguos presidentes, grupos de interés e incluso la Comisión Global sobre Política de Drogas están pidiendo una reforma de la política de drogas. Dado que estamos en una crisis económica y fiscal en todo el mundo, ¿por qué les interesa a todos la política de drogas? ¿Hemos recuperado repentinamente la sensatez y nos hemos dado cuentas que la prohibición es irracional?


No, la razón más importante para el interés en este asunto es la sensatez económica. La prohibición de las drogas es una carga para los contribuyentes. Es una carga para los presupuestos públicos. Es una carga para el sistema de justicia penal. Es una carga para el sistema sanitario. La crisis económica ha intensificados el dolor de todas estas cargas. La legalización reduce o elimina todas estas cargas. No debería sorprender que la prohibición del alcohol fuera abolida en lo más profundo de la Gran Depresión.


Dos candidatos presidenciales republicanos, el antiguo gobernador Gary Johnson y el congresista Ron Paul, apoyan la legalización. Ron Paul y Barney Frank han presentado legislación que permitiría a los estados legalizar la marihuana sin interferencia federal. El antiguo presidente Jimmy Carter publicó recientemente un editorial en el New York Times pidiendo el final de la guerra global contra las drogas, una postura que ha mantenido desde que era presidente.


La organización LEAP, Law Enforcement Against Prohibition, ha publicado recientemente un informe titulado “Acabar la guerra contra la drogas: Un sueño aplazado” en el 40 aniversario de la Guerra contra la drogas. Critican la guerra y apuntan que el Presidente Obama era en realidad poniendo peor las cosas. Finalmente, y tal lo más importante, la Comisión Global sobre Política de Drogas ha emitido un informe que declara a la guerra contra las drogas un fracaso y ofrece recomendaciones para una reforma.


La crisis económica está acelerando la comprensión de que la guerra de las drogas ha fracasado y no puede ganarse. Los contribuyentes han estado lentos en entender la carga económica de la prohibición de las drogas. Se les ha dicho durante décadas que solo necesitaban gastar un poco más y eliminar una pocas protecciones constitucionales más a nuestros derechos para ganar la guerra contra las drogas. Tras décadas de promesas rotas, presupuestos, presupuestos rotos con agujeros de billones de dólares y una tambaleante economía en crisis, cada vez más gente está diciendo no a la guerra contra las drogas.


La prohibición de las drogas es la mayor partida individual en el presupuesto de la justicia penal. Es asimismo una gran carga para más de una docena de presupuestos y es una carga creciente en presupuestos estatales y locales. El encarcelamiento de cientos de miles de delincuentes relacionados con las drogas lleva a menudo a la ruptura de familias y a la pérdida de quienes sostienen las familias, suponiendo cargas adicionales para los servicios sociales.


El sistema de justicia penal está saturado y las prisiones llenas mucho más allá de su capacidad. Como consecuencia, los criminales violentos están recibiendo rebajas en sus sentencias. Otras mediciones del delito y la violencia son asimismo perturbadoras. Las bandas callejeras utilizan los negocios de droga ilegal para financiar y extender sus actividades. Se ha estimado que hoy en Estados Unidos hay casi 800.000 miembros de bandas. El crimen organizado continúa aumentando en número y sofisticación (así como en nivel de violencia). El ejército mexicano ha reemplazado a la policía local a lo largo de la frontera para restaurar el orden y reducir los más de 10.000 asesinatos relacionados con la prohibición del pasado año. De Afganistán a Zimbabue, la guerra contra las drogas está socavando la civilización.


También la gente se está dando cuenta de que la lucha en la guerra contra las drogas (es decir, la prohibición) solo empeora los problemas sociales. El número ingresos en urgencias relacionados con drogas en Estados Unidos excede ahora mismo de los 2 millones al año por drogas ilegales y uso no médico de medicinas con receta. El aumento en el uso de drogas, de la marihuana a la cocaína, heroína y metanfetaminas es claramente negativo para la salud, y ese aumento se ve cada vez más y más correctamente como consecuencia de la prohibición, no de la adicción.


Como demostré, el fracaso de la Proposición 19 de California legalizando la marihuana no debería verse como una señal descorazonadora. Más bien debería verse como una señal del porvenir. En todo el mundo, la prohibición de las drogas y su derogación o reforma es ahora asunto de debate. En muchas áreas del mundo, la guerra contra las drogas se ha vuelto atrás.


Portugal es un buen ejemplo. No estaban ganado la guerra: la estaban perdiendo. También estaban perdiendo la guerra más general de la prosperidad. En su desesperación legalizaron de hecho todas las drogas. El resultado no fue un abuso desenfrenado y extendido de las drogas. En realidad, el uso y la adicción a las drogas realmente disminuyeron, igual que la violencia y las enfermedades.


Cinco años después, el número de sobredosis de drogas en la calle cayó de alrededor de 400 a 290 anuales y el número de nuevo casos de SIDA causados por uso de jeringuillas sucias para inyectarse heroína, cocaína y otras sustancias ilegales cayó drásticamente de cerca de 1.400 en 2000 a 400 en 2006, de acuerdo con un informe publicado recientemente por el Instituto Cato, un think tank libertario de Washington DC.


Se ha dicho a la mayoría de los estadounidenses que el Franklin Delano Roosevelt fue un gran presidente y uno de los más populares de todos los tiempos. Sin embargo, la mayoría de la gente (incluso la mayoría de los historiadores) no sabe que la razón de su popularidad fue la abolición de la Ley Seca. Obtuvo la nominación demócrata a la presidencia en la convención de 1932, al cambiar de ser Seco a ser Mojado (es decir, alineándose con la abolición). La abolición de la Ley Seca fue la propuesta más popular en el programa del Partido Demócrata y el asunto y promesa de campaña número uno de FDR. Hizo de él su prioridad número uno cuando estuvo en el cargo. (También recortó la nómina del trabajador federal en un 25%).


Los resultados de la abolición fueron al tiempo inmediatos y asombrosos. Se abrieron de nuevo tabernas, restaurantes, cervecerías, destilerías y bodegas. Hubo trabajo repentina y notablemente por primera vez en años. La tasa de desempleo cayó desde su máximo histórico del 25%. El crimen y la corrupción se hundieron, con la tasa de asesinatos cayendo a su nivel anterior a la Ley Seca en cosa de unos pocos años. Para políticos y funcionarios, la abolición supuso una nueva fuente de ingresos fiscales y el final de los recortes presupuestarios. Las revueltas fiscales, que se habían extendido por el país en oposición al gobierno se esfumaron tristemente. La gente se felicitaba porque “Los días felices están aquí de nuevo”.


Aparece una posibilidad similar en nuestro futuro a medida que la crisis económica continúa ampliándose y empeorando. Necesitamos continuar aprendiendo y enseñando las lecciones reales de la prohibición, algunas de las cuales pueden encontrarse en este libro gratuito. Para desenmascarar la verdadera naturaleza del control público y demostrar la superioridad del individualismo dentro de un entorno liberal clásico, debemos hacer de acabar la guerra contra las drogas una prioridad.





Mark Thornton es miembro residente senior en el Instituto Ludwig von Mises en Auburn, Alabama, y es editor de la crítica de libros del Quarterly Journal of Austrian Economics. Es autor de The Economics of Prohibition, coautor de Tariffs, Blockades, and Inflation: The Economics of the Civil War y editor de The Quotable Mises, The Bastiat Collection y An Essay on Economic Theory.